Fábrica de soñadores

Recientemente, en una entrada en su página de Facebook, la ex-técnico de nuestro laboratorio definía el grupo de gente que integramos el proyecto DIVULGARE como un “fantástico grupo de soñadores”. La verdad es que cuesta decirlo de una forma más bonita…. y certera!

Desde sus orígenes en Divulgare nos hemos esforzado por tratar de mostrar a la sociedad la belleza del entorno que nos rodea. Conscientes de las limitaciones con las que teníamos que arrancar este proyecto, nos hemos propuesto, al menos, transmitir los resultados de nuestro trabajo de investigación en ecología y evolución. Resultados que se generan con nuestro esfuerzo, pero también, y esto es importante reconocerlo, con el esfuerzo económico de toda la sociedad que financia nuestro trabajo.

De la misma manera que una sociedad necesita juristas para enfocar y resolver los problemas concretos de convivencia y colaboración que plantea la vida real en las relaciones sociales, debería de aceptar expertos que le ayuden a entender, primero, y resolver, después, problemas concretos de convivencia con su entorno. Esa es una de las tareas de los investigadores.

Sin embargo, las diferencias en el trato y credibilidad social a unos y otros es, por lo general, bien distinta.

Quizás una de las diferencias resida en que los hombres de leyes utilizan las reglas que ellos mismos han desarrollado para poner orden en las interacciones entre humanos. Los investigadores “sólo” podemos predecir cual será la mejor decisión en la resolución de un problema determinado que se ha generado siguiendo las reglas de un proceso evolutivo concreto. Y esta incertidumbre sobre el origen de las reglas nos aleja de la sociedad, haciendo que nuestra labor sea más desconocida.

Y en estas estábamos cuando nos llegaron los recortes impuestos por esta crisis económica (pero sobre todo, crisis de valores). Y entre las numerosas posibilidades, hemos aceptado deshacernos, también, de las personas que dedican su vida a estudiar e interpretar el mundo que nos rodea. Estamos en crisis. No podemos permitirnos el lujo de tener investigadores! han llegado a pensar, en alto, algunos gestores.

Por fortuna para los que vemos un poco más allá de nuestro ombligo y pensamos en un planeta habitable para nuestros nietos, las escuelas de investigadores son también fábricas de soñadores. Personas que sueñan con conocer más y más. Y como en un sueño que no se acaba nunca, su única aspiración es avanzar en ese conocimiento y transmitirlo a la sociedad. No tienen tiempo para pensar en nada más.

Pero, absortos en sus sueños, ahora están teniendo que desplazarse a otros lugares en los que la sociedad entiende mejor su papel y su necesidad. Ahora corremos el peligro de que esas mentes, privilegiadas y entrenadas, nos abandonen y obsequien con sus sueños a otras sociedades.

Como investigador y docente, realmente está suponiendo una gran frustración identificar soñadores que pueden llegar a ser muy productivos para nuestra sociedad, y tener que recomendarles que se vayan con sus sueños a otros lugares donde la sociedad aprecie mejor su trabajo. Este país se está permitiendo el lujo de cerrar también esta factoría de sueños y conocimiento.

Esta carta ha surgido porqué una investigadora de nuestro laboratorio, por falta de financiación, ahora está dando rienda suelta a sus sueños lejos de aquí. En las Islas Seychelles han sabido ver su potencial. Otros deberán de seguir sus pasos desgraciadamente…

Divulgare en Seychelles Island
Conocimiento exportado desde Vigo a Seychelles Islands

Una última cosa: los investigadores salimos muy baratos a la sociedad. Nuestra aspiración no es tener cuentas con muchos ceros en paraísos fiscales. Nuestra gasolina es seguir avanzando en el conocimiento del mundo en el que tenemos que integrarnos. Porque somos sólo eso: unos soñadores….

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