Cada vez más, estamos acostumbrándonos a ver cómo determinados personajes aprovechan su relación de parentesco con alguien “mejor situado” en la esfera pública para mejorar de esa manera su estatus. De hecho, el análisis, detalladísimo, de esta red de interacciones entre personajes “públicos”, famosos, menos-famosos, o amigo-del-famoso, ha conseguido hacerse un hueco más que importante en los medios de comunicación en muchos países. En España se conocen como “programas de corazón” y prueba del interés que suscitan es que en la actualidad sus crónicas ocupan gran parte del tiempo de audiencia de las televisiones. Estos programas están copados por personajes que, con gran destreza, por qué no reconocerlo, suplantan a otros que realmente son quienes habían hecho algo para ser famosos. De esa manera, a partir de una figura que realmente ofrecía algo jugoso que contar (a veces), aparecen numerosos personajes cuya única destreza es imitar o hacerse pasar por el “famoso real” y así, se ganan la vida.
Pero, antes de que las televisiones y prensa de corazón dedicarán tanto tiempo a contarnos vida y obra, engaños sentimentales, triquiñuelas, éxitos y fracasos de algunos usurpadores de identidad, numerosos científicos, incluyendo a Charles Darwin, padre de la teoría de la evolución por selección natural, ya nos hablaban de estas mismas crónicas… Quédense con el nombre: en Biología a este fenómeno de suplantación de la identidad se le conoce como Mimetismo Batesiano.