Crónica rosa y suplantadores de personalidad… pero genuinos…

Cada vez más, estamos acostumbrándonos a ver cómo determinados personajes aprovechan su relación de parentesco con alguien “mejor situado” en la esfera pública para mejorar de esa manera su estatus. De hecho, el análisis, detalladísimo, de esta red de interacciones entre personajes “públicos”, famosos, menos-famosos, o amigo-del-famoso, ha conseguido hacerse un hueco más que importante en los medios de comunicación en muchos países. En España se conocen como “programas de corazón” y prueba del interés que suscitan es que en la actualidad sus crónicas ocupan gran parte del tiempo de audiencia de las televisiones. Estos programas están copados por personajes que, con gran destreza, por qué no reconocerlo, suplantan a otros que realmente son quienes habían hecho algo para ser famosos. De esa manera, a partir de una figura que realmente ofrecía algo jugoso que contar (a veces), aparecen numerosos personajes cuya única destreza es imitar o hacerse pasar por el “famoso real” y así, se ganan la vida.

Pero, antes de que las televisiones y prensa de corazón dedicarán tanto tiempo a contarnos vida y obra, engaños sentimentales, triquiñuelas, éxitos y fracasos de algunos usurpadores de identidad, numerosos científicos, incluyendo a Charles Darwin, padre de la teoría de la evolución por selección natural, ya nos hablaban de estas mismas crónicas… Quédense con el nombre: en Biología a este fenómeno de suplantación de la identidad se le conoce como Mimetismo Batesiano.

Y es que, antes de que muchos humanos recurrieran a esta estrategia vital para ganarse la vida, ya había, por ejemplo, muchas especies de organismos aprovechándose de este mecanismo de “imito al que tiene éxito”. De hecho, hay muchas especies de plantas que no tienen capacidad de producir recompensas florales. Sin recompensas, no atraen a polinizadores. Y sin polinizadores, son incapaces de reproducirse entre ellas y dejar descendencia en forma de semillas. Así que, si no atraen a polinizadores que les ayuden en su reproducción, la especie está abocada a la extinción…. O, a utilizar el ingenio y aprovecharse de su “físico”!. Resulta que un número elevado de orquídeas, que no producen recompensas para atraer polinizadores, se parecen en el aspecto a otras plantas “exitosas”. De esa manera, consiguen engañar a los polinizadores de las “famosas” y gracias a su visita, dejan descendencia. Como la cosa funciona, sus descendientes seguirán utilizando la misma estrategia de engaño.

Aunque no nos llaman de las televisiones para hablar de esto, una prestigiosa revista científica (Plant Species Biology) nos acaba de premiar por un trabajo en el que describíamos “cómo se lo hace” una especie de orquídea cubana para atraer, mediante engaños, incautas abejas colectoras de aceites florales que le ayudan a reproducirse….

En el Neotrópico, la subtribu de orquídeas Oncidiinae posee varias especies que parecen mimetizar las flores de otra familia de plantas, las Malpigiáceas, especializadas en la producción de aceites como recompensa floral. Estas malpigiáceas interactúan de manera muy estrecha, y son polinizadas, por unas abejas colectoras de aceites florales.

En nuestro trabajo hemos descrito la ecología de la polinización de la orquídea cubana Tolumnia guibertiana. Esta preciosa orquídea es genéticamente auto-incompatible (las flores, a pesar de tener los dos sexos, tienen un mecanismo que impide la formación de descendientes cuando la reproducción ocurre entre gametos del mismo individuo). Por lo tanto, necesita que alguien mueva los gametos entre plantas. O sea, necesita un polinizador. Pero….. ¿Cómo se las arregla una flor que no ofrece recompensa alguna para atraer a las abejas polinizadoras? Resulta que en el área que ocupan estas orquídeas también co-habitan varias especies de plantas productoras de polen (Ouratea agrophylla) y aceites (Stigmaphyllon diversifolium) que hacen las delicias de un grupo de abejas de la especie Centris poecila.

Fig. 1 Flores amarillas polinizadas por la abeja Centris poecila en el Parque Nacional de Guanahacabibes (Cuba), (a, b) Stigmaphyllon diversifolium, (c) Ouratea agrophylla. (d, e) Ejemplar de Centris poecila con restos de polinarios de la orquídea, (f) hembra de Centris poecila volando en frente de varias flores de Ouratea agrophylla (fíjense en el polinario de la orquídea Tolumnia guibertiana adherido a su frente). (g) Centris poecila mordiendo la tábula infraestigmática de la orquídea Tolumnia guibertiana mientras raspa los márgenes centrales del labelo intentando colectar aceites florales que en este caso no existen. (h) Flor  de Tolumnia guibertiana que, a pesar de no ofrecer recompensa, ya ha sido polinizada (fijarse en la polinia de color amarillo más oscuro depositada por una abeja en la parte superior de la flor).

Gracias a las semejanzas morfológicas y de color entre las flores de las tres especies, la orquídea se beneficia de la presencia de las otras dos plantas en su reproducción engañando a las abejas. Hace creer a las abejas que van a encontrar polen o aceite. Y la abeja, mientras pasa por fases contradictorias de satisfacción-frustración, ha completado una serie de movimientos suficientemente adecuados para completar la polinización de la orquídea. De acuerdo con nuestros resultados, cuanto mejor se mimetice la orquídea con cualquiera de las otras dos flores, más éxito tendrá.

Como podéis ver, los humanos no somos originales ni para esto. El engaño “batesiano” ya estaba inventado muchos años antes de que existiéramos como especie. Pero, hay, incluso, orquídeas que recurren al engaño sexual… Eso, que también hemos imitado como especie, lo dejamos para otro día. Mientras tanto, pidamos que nuestros medios de comunicación nos hablen de los famosos genuinos o al menos de los imitadores genuinos. En el mundo natural hay casos mucho más fascinantes que los que nos cuentan en las televisiones, creedme.

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