Basta salir a dar un paseo para darse cuenta de que hemos construido un mundo complejo. Los humanos hemos colonizado todo el planeta con todo lo que ello implica. Las necesidades, justificadas o no, que tenemos, implican una internacionalización de nuestras relaciones vecinales de una manera históricamente nunca vista. Hablar de globalización es una realidad contemporánea. Dejando al margen los numerosos debates socio-políticos y ecológicos acerca de lo que esto supone para el planeta, y por extensión, para nosotros mismos como especie, surgen nuevos problemas a los que hay que dar nuevas soluciones.
Hace poco hemos vivido en España las consecuencias de esta internacionalización con el ébola. Una enfermedad causada por un virus que fue descrito por primera vez en la República Democrática del Congo en 1976, y que ha acabado cruzando nuestras fronteras.
Sin entrar en el debate político y judicial que parece inevitable, lo cierto es que este suceso ha traído a los telediarios una palabra que no ha dejado de repetirse. Protocolo.
Y es que es un término que estará cada vez más frecuente en nuestras complejas vidas. Porque cuanto más somos, y más cosas hacemos, más importante es que sepamos organizarnos para realizar ciertas tareas. Los protocolos de actuación son por lo general unas guías creadas por expertos para saber reaccionar ante determinadas situaciones complejas sin necesidad de improvisar. Eso por supuesto requiere una gran labor previa de investigación, coordinación, análisis, desarrollo, ensayos, etc. Estas situaciones complejas pueden haber tenido ya lugar, creándose un protocolo, a posteriori, para evitar cometer los mismos errores, o ser situaciones complejas que se cálcula pueden llegar a ocurrir, necesitando pues contar con un protocolo de actuación que contemple medidas en dicho escenario.
Dentro de estas situaciones complejas es difícil imaginar una más crítica que un vertido marítimo accidental. Este tipo de accidentes, por desgracia, frecuentemente de grandes dimensiones y enormes consecuencias, son una realidad para la que hay que estar preparados.
Aquí en España ya hemos conocido de primera mano lo complejo que es responder con eficiencia a un accidente de este tipo sin un protocolo definido de actuación. Accidentes que no son singulares a nivel planetario, puesto que estos sucesos se repiten por todo el planeta con relativa frecuencia, con mayor o menor gravedad.
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